Al parecer, nuestra apariencia y la suya no era tan diferente, incluso nuestras costumbres y capacidades eran similares. Conocían y dominaban el fuego, eran cazadores recolectores, cuidaban de los suyos e interpretaban el mundo desconocido. Eran tan iguales que cada vez se está más seguro de que hubo cruzamientos entre las especies. Y el genoma del Neandertal fue incorporándose al del hombre moderno.
Al no ser tan diferentes es muy probable que, aunque los individuos de una especie no
encontrara atractiva a un ser del sexo opuesto de la otra especie, se produjeran contactos en ciertos momentos.
Pero si el medio ambiente se perturba, los machos y hembras de estas especies distintas se aparean libremente y producen una descendencia completamente fértil y viable. De hecho, el lobo rojo, en la parte sureste de Estados Unidos, es un híbrido de coyote y lobo”.
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