Barack Obama ha conseguido cazar al terrorista más buscado, al hombre que cambió el siglo XXI con el atentado del 11-S y provocó la fatídica respuesta de esa guerra contra el terror en cuyo nombre se han cometido todo tipo de abusos democráticos y sobre los derechos humanos.
El vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba ya tiene sentencia del Supremo anulando todas las listas de la coalición Bildu. El presidente Zapatero demuestra una vez más que es un zombie político y no ha aparecido en ninguno de estos dos momentos cruciales. Deja a su vicepresidente la tarea de intentar revivir a un gobierno muerto.
Con todas las distancias, el paralelismo político es nítido. Los gobiernos de Obama y Rubalcaba necesitan un gran revulsivo para recuperar aliento e iniciativa después de la crisis económica y sus erosiones políticas.
Obama lo logra con la caza y muerte del terrorista más odiado jamás por los norteamericanos. Con su ejecución extrajudicial se ahorra bastantes problemas jurídicos y políticos.
Rubalcaba ya tiene sentencia en contra de Bildu para cortar el intento más serio hasta la fecha de la izquierda abertzale para liberarse de ETA. No son de fiar, pero vale la pena leer el voto particular (pdf) de los seis magistrados del Tribunal Supremo en contra de la sentencia:
"No es ETA quien ha impuesto su diseño, a través de una disuelta Batasuna al conjunto de la Izquierda Abertzale sino, muy al contrario, es ésta la que a través de un proceso de maduración política y de discusión interna ha llegado a dar un giro copernicano desde su tradicional actitud subordinada a ETA –con variaciones entre la condescendencia, la legitimación o incluso el decidido apoyo a la banda terrorista, según sectores y épocas- hacia un rechazo absoluto y sin ambages de la violencia como método de intervención política, apostando
exclusivamente por los métodos democráticos. Eso ha permitido el pacto con Eusko Alkartasuna y con Alternatiba".
A Rubalcaba, escaldado de la tregua trampa y de las listas contaminadas e investido de su función de ministro de Interior, le parece más importante prohibir sin delito demostrado, como recuerdan los jueces discrepantes. Satisfacer a un Partido Popular que reclama un pacto antiterrorista que manipula y atosiga constantemente antes que respetar la libertad política y arriesgar una nueva apuesta por la paz.
Lo único que podría salvar el resultado del PSOE bajo su égida en las próximas elecciones generales.
Ver los gritos y el júbilo de los norteamericanos celebrando anoche la muerte de Bin Laden entristece. La reacción es humana, pero preocupa reconocer gestos tan parecidos a los condenados tantas veces en las manifestaciones islamistas.
Cuando la primera potencia mundial está obsesionada por la venganza, el mundo debe temer y defender como nunca una legalidad democrática muy maltratada el último decenio.
Cuando el cálculo político y la razonable desconfianza frena las posibilidades de integrar en la democracia a quienes han justificado el terrorismo y se pierde una buena oportunidad de asfixiar políticamente a ETA hay que obrar con responsabilidad y coraje.
Zapatero, desaparecido. El vicepresidente midiendo el tan manoseado voto de centro y prefiriendo no acertar antes que ganar y defender la apuesta democrática.
Tiempos para reflexionar.
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